GEN 5 24“Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios y desapareció, porque le llevó Dios.”

Qué paréntesis más refrescante y esperanzador me resulta siempre la vida de Enoc.

Una larga lista de nombres que vivieron centenares de años, aparentemente anodinos, sin nada que resaltar y de pronto se resalta de la vida más corta (solo trescientos sesenta y cinco años comparados con los 962 de su padre y los 965 de su hijo).

No es la cantidad, sino la calidad de vida, y no la calidad física o de posesiones materiales, sino la espiritual.

En realidad no se dice nada de él, de su carácter, dones u obras, solo de su compañía, de quién tuvo a su lado. ¡Dime con quién andas y te diré quién eres! Qué bien se aplica este refrán aquí. Hebreos 11:5 dice que Dios se agradó en él. ¿Había algo en Enoc que te agradó o fue una elección tuya?

Señor reconozco que yo no soy la mejor compañía para ti, pero si tú la mejor para mí. ¿Qué falta, que me estorba? ¡Ayúdame en tu gracia a hacer de esta vida que me resta un paseo, un caminar contigo hasta que me lleves!

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