NEHEMIAS 8 10Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.

El sacerdote Esdras trajo el libro de la ley de Dios, tal como lo pidieron (v.1,2) y lo leyó delante de todos los que podían entender (v.3) y ellos atentos (v.5) adoraron y aceptaron diciendo ¡Amén! (v.6). Los levitas hacían entender la ley (v.7), la enseñaban y aplicaban (v.7,8) y entonces todos se pusieron a llorar (v.9). Quizá la culpa, quizá la emoción del momento, quizá una mezcla de ambos, les dejó sin fuerzas, sin aliento y sin gozo.

Esto es lo que produce la ley en toda su crudeza, esta fue tu intención al dárnosla y esto es lo que tú buscas cuando la leemos y la entendemos. Tu ley me dice que soy culpable delante de ti, que soy rebelde en mi relación contigo, que no soy como debería de ser y que no puedo remediarlo.

Pero en medio de esa lucha interna que tengo, en ese deseo frustrado, ante esa conciencia mía que me acusa vienes y me dices, Señor, que el gozo tuyo es mi fuerza, tú eres mi reposo, tenerte a ti lo es todo, contigo nada me falta y todo del mundo me sobra. ¡Bástate mi gracia! le dijiste a Pablo (2 Cor.12:9) y así ha de ser.
Es entonces y solo entonces que puedo comer grosura y beber vino dulce y obsequiar porciones y gozar de gran alegría (v.12). Entender que tú eres mi gozo, mi fuerza, mi vida, me hace vivir y gozar más intensamente hoy.

0
0
0
s2sdefault
Back to Top
Las cookies facilitan la prestación de nuestros servicios. Al utilizar nuestros servicios, usted acepta que utilizamos cookies.
Política de privacidad De acuerdo Rechazar