Efesios 4 15

“… sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:15)

Cristo lo es todo para el cristiano, lógicamente. No solo por lo que Él hizo en la redención, sino también por lo que hizo en el corazón de los suyos. Nos ha conquistado, nos ha enamorado y lo ha hecho de tal forma, que solo encontramos satisfacción en Él y ahora solo queremos crecer en Él, como el musgo o la enredadera alrededor del tronco, con el objetivo de ser como Él.

Para crecer en Cristo dos cosas son necesarias según Pablo en este versículo, la verdad y el amor; y estas deben de estar de tal manera entrelazadas que no sepamos decir, por ejemplo, cuándo amamos al otro en la verdad, ni cuándo proclamamos la verdad con amor (Zacarías 8:16, 2 Corintios 4:2, 1 Juan 3:18).

Es aquí donde entra la teología tal como la entiendo: el estudio de Dios y su obra con pasión e implicación.

Tenemos que crecer, no quedar como niños, pasar a las cosas de adultos espirituales y no dejarnos zarandear por cualquier maestro del error (v. 14). Necesitamos tener estabilidad emocional, espiritual y mental.

La teología ayuda a poner en orden la vasta y profunda sabiduría de la Escritura. Es, debe ser, como el plano que nos guía, que ya dibujaron otros exploradores.

La teología debe tatuar la verdad en la mente y el corazón de tal forma que nuestro amor a Dios y al prójimo quede libre del follaje de invenciones e imaginaciones.

Oración:

Dios mío ayúdame a amarte más sabia y sólidamente cada día de mi vida”.

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