“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27)
Toda la Escritura tiene que ver con dos asuntos principales: nuestra relación con Dios para salvación, y cómo esto se alcanza exclusivamente por medio de su Hijo Jesucristo (Juan 5:39). Por tanto, es natural y necesario que esta hable de Cristo de principio a fin, y que nosotros le busquemos, escudriñemos, y cuando le veamos disfrutemos de esa verdad haciéndola nuestra, aplicándola a nosotros.
El Antiguo Testamento anuncia a Cristo, los cuatro Evangelios nos presentan a Cristo en plena dedicación de su redención, y el resto del Nuevo Testamento, nos muestra las consecuencias de Cristo en nuestra vida cristiana, la proclamación al mundo y la esperanza de su segunda venida.
Si bien no es posible ver a Cristo en cada versículo, sí que es necesario cada uno de ellos, como es necesario cada eslabón de una cadena que nos une a Él y a su obra.
Hay muchos temas y principios revelados en la Escritura sobre la familia, la sexualidad, la economía, la sociedad, la ecología etc. y tenemos el deber de anunciar todo el consejo o propósito divino (Hechos 20:27); pero una cosa solo es esencial que no ignoremos de principio (Génesis 3:15) a fin (Apocalipsis 22:20ss.), aun cuando perdamos algunas de las otras verdades por nuestra ceguera: Cristo, y Él crucificado (1 Corintios 1:23; 2:2).
Oración:
“Padre, ayúdame a escudriñar de tal manera tu Palabra que pueda aprender más de Cristo y prenderme más de Él”.