devocional claridad escritura“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca.” (Apocalipsis 1:3)

La palabra de Dios es entendible por todos. No fue dada solo a sabios y estudiosos, sino a todo el pueblo de Israel incluyendo a los niños (Deuteronomio 6:6-9) o a congregaciones con toda clase de gentes (1 Corintios 1:2) (Gálatas 1:2)...(Colosenses 4:16). Está diseñada para que los más sencillos la entiendan (Lucas 10:21) (Salmos 19:7; 119:130). Se espera por tanto que todos la conozcan. Jesús acude constantemente a la Escritura esperando que sus interlocutores la conocieran (Mateo 9:13; 12:3,5,7; 21:13, 42…) e incluso se sorprende que los que se llamaban maestros no la conocieran (Juan 5:10). Nosotros como el pueblo de Dios debemos conocerla, enseñarla e incluso amonestar con ella (Romanos 15:4) (1Corintios 10:6,11) (2 Timoteo 3:16).

Si bien ya no necesitamos intermediarios, si necesitamos maestros (2 Timoteo 2:2), es decir, personas que conozcan las Escrituras y todo lo referente a ellas y que tengan el don de exponerlas con la misma claridad y fidelidad a otros (1 Timoteo 3:2) (1 Pedro 4:10-11).

Las dificultades que pueden surgir en ocasiones, no es de la Escritura, sino de la persona (2 Pedro 3:15-16), y no por un impedimento intelectual, sino moral, tanto del que enseña como del que aprende (1 Corintios 2:14) (2 Corintios 3:14-16; 4:3-4).

No tenemos excusa sobre la voluntad de Dios, pues la ha dado a conocer, la tenemos accesible, es clara y es concreta en los asuntos del alma y no podemos dejar que esta, tu alma, pase hambre.

Oración

“Gracias Dios mío porque puedo leer y puedo entender tu Palabra, ahora ayúdame a aplicármela”.

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